Afortunadamente la lectura sigue siendo el lugar al que retirarse de un mundo insano...
Los Cuentos de Pratt
(Historias que no son cuento...)

Sandman, el hombre de arena

Este relato está dedicado expresamente y toma texto original de una charla con el Lic. Daniel Fernández, Sicólogo Clínico e Instructor de tiro Internacional, participante de varios torneos de tiro interfuerzas, Instructor del Centro de Rescate y Defensa, Sicólogo Forense y escritor de artículos en la revista argentina RTA; también a su encantadora esposa, Alejandra Roveda, quienes son testigos oculares de los sucesos relatados a continuación, los mismos se produjeron en la localidad Costera de Villa Gesell durante la década del 90 y continúan en la actualidad.


                   
Nota: todas las fotografías y dibujos fueron suministrados por los testigos y corresponden a la fecha de los sucesos.

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Villa Gesell, Argentina, Otoño de 2011

 

Quiso la casualidad que los vaivenes de mi trabajo me llevaran ese frío otoño a la localidad costera de Villa Gesell, lugar donde pasé varios veranos de mi infancia, pero que sin embargo hacía años no visitaba.

Llegué entrada la tarde y una suave llovizna daba una pátina húmeda a todas las cosas; me costó reconocer el lugar, mis recuerdos no coincidían con la nueva ciudad que había crecido tanto a lo largo como a lo alto, muchos grandes edificios me eran totalmente desconocidos, sin embargo., algunos viejos locales comerciales me llevaron a las imágenes de la infancia. Llevado quizá por aquella nostalgia, seguí conduciendo a lo largo de la calle tres hasta dar con una esquina que me era familiar, no estaba seguro que aún existiera, pero si; estaba ahí: era el viejo hotel Aguila Blanca, el lugar donde pasara con mi mujer y mis dos hijos mayores las primeras vacaciones que mi, por ese entonces, flamante vida de casado me había permitido, hacía ya mas de veinte años...

El edificio permanecía prácticamente igual, prolijamente pintado y mantenido, invitaba a desembarcar en él. Detuve el auto en la entrada y bajé mirando alternativamente el mar y la entrada familiar del hotel. Ya en la recepción me recibió un hombre anciano, que de inmediato reconocí como el viejo polaco que regenteaba el lugar la vez que lo había visitado. Me registré por los siete días que duraría mi estadía allí y guarde el auto en la cochera.

Como era tarde decidí cenar en el mismo hotel y me retiré a dormir.

Durante la noche algo me despertó, no estaba seguro, pero sonaba a disparos... a lo lejos, quizá en la playa.

Presté oídos pero no escuché nada, por lo que me dormí nuevamente.

Por la mañana en el comedor donde se servía el desayuno me encontré con una pareja que también se hospedaba allí. Mientras la esposa del dueño del lugar nos servía el café, le consulté si había oído los tiros en la madrugada, a lo que la mujer me respondió con un gesto de desconocimiento. El hombre de la otra mesa me dijo que también los había oído.

Iniciamos una conversación amable que tuve que postergar ya que mis obligaciones me llevaban a reunirme con unas personas a media mañana, sin embargo quedé con la amigable pareja en continuar la charla durante la cena.

Esa tarde, luego de mi cita y de almorzar en una cantina, decidí caminar un poco por la playa para aprovechar la soledad del lugar y relajar un poco la mente y el espíritu con la energía del mar.

Estando allí divisé a lo lejos un grupo de personas que caminaban cerca de la orilla, llevaban algunos objetos que supuse serían cañas de pescar, una observación mas detenida me hizo dudar, de mi bolso extraje un pequeño prismático que siempre llevo en mis viajes y con él pude comprobar que eran armas, posiblemente escopetas, y uno de ellos llevaba un rifle con mira telescópica. Prudentemente decidí ir para el otro lado y salí de la playa cuando pude.

Durante la cena le comenté el hecho al viejo polaco, pero solo me respondió con un gesto enigmático. Cuando se retiró a la cocina, el otro pasajero del hotel que cenaba junto a su esposa me dijo:

-          No te va a decir nada. La gente de acá no habla del tema porque es malo para el turismo, pero nosotros tenemos alguna idea de lo que pasa...

En ese momento entraba la esposa del polaco, por lo que todos seguimos mirando la TV.

Obviamente estaba profundamente intrigado, por lo que invité a la pareja a tomar unas copas de coñac en la barra del hotel antes de dormir.

-          Así que vos tenés una idea de por que andan a los tiros?, le pregunté intrigado a mi nuevo amigo, que se llamaba Daniel.

-          Si, nosotros vinimos a un torneo de tiro que organiza prefectura y entre los fierreros no tenemos secretos, además presenciamos personalmente el fenómeno que asusta a éstas gentes...

A esta altura ya estaba mas que intrigado y mi espíritu inquisitivo me decía que tenía delante de mi una historia extraordinaria.

-          Disculpá Dany, pero podría grabar la charla?, verás, soy escritor y la historia me parece, de entrada, fascinante...

-          Pero claro que si, vos tenés algún problema, Ale? Le preguntó a su esposa que se hallaba junto a él

-          Claro que no, incluso hablar del asunto nos va a exorcizar un poco del susto que nos pegamos aquella vez, de paso quizá él pueda averiguar algo mas...

Por una cuestión profesional suelo llevar conmigo siempre una cámara fotográfica y un pequeño grabador digital que coloqué sobre la mesa que ocupábamos. Afuera la noche se presentaba fría y lluviosa y no se veía ni un alma en la calle.

La siguiente es una transcripción textual del relato de mi amigo:

 

-          Hace unos años atrás, habíamos venido con mi señora Alejandra, mi hermana Karina y mi amigo de la infancia Pablo, aquí a Gesell, para participar del torneo de tiro que organizaba prefectura en su polígono de la calle 150 y Playa. (Si…y playa, el polígono que en verano es “botero” en invierno se utiliza para la practica de tiro con pistola y carabina).

    


Habiendo participado del mismo y como lo mas lindo de Villa Gesell es cuando “no hay gente”; las playas amplias y el silencio que solo se rompe con el sonido del mar, decidimos quedarnos un par de días mas. El mar de noche se envuelve en misterio, y no hay nada que nos guste más que ir a caminar por la noche a la playa. Ese día, o mejor dicho, esa noche, ya pasadas las 23, decidimos ir a dar una ultima caminata a la playa, ya que tomaríamos el micro para Bs. As a las pocas horas. Era noche clara y despejada que invitaba a mirar las estrellas, por lo que llevamos el telescopio que habíamos usado en el torneo para mirar las estrellas y los barcos que se vislumbraban en el horizonte. Al poco rato de llegar, la noche clara, solo iluminada por la luna (las luces estaban apagadas en casi todas las casas, solo alguna débil luz de las calles, dejaba ver que ya no había turistas ), nos invitaba a ver las estrellas.. Tras enfocar algunas, dibujar las constelaciones con la mano y respirar el fresco aire de la noche, se me ocurre mirar a un costado (a mi derecha) ya que un movimiento me había llamado la atención. “Algo” rompía el suave movimiento de las olas;  pensando que era un perro que se había metido al agua, le pido el telescopio a Pablo y enfoco. Si, parecía un perro saliendo del agua, pero al poco rato su tamaño me pareció algo más grande, su forma era parecida a la de un perro, pero no del todo.

                         
Curioso, lo sigo con el telescopio y veo que sale a la orilla, a unos 100 m. de nuestra posición. Creí entonces que era un lobo marino, pero me pareció demasiado ágil para serlo…ya intrigado lo empecé a seguir mas atento todavía. En ese instante Pablo me pregunta: ¿Qué pasa? ¿Qué miras? , ya que mi cara se había vuelto seria…le digo: “mira para allá”… Qué raro, me responde…que es??? Le paso el telescopio y su cara empieza a transformarse….de la curiosidad pasa algo indefinido y rayano a la preocupación.. o el miedo. Le pido y telescopio y tras “quitárselo” no muy amablemente de las manos enfoco hacia el lugar, ya que la sombra se veía claramente, pero indefinida a simple vista. Lo que vi en ese momento me marco para siempre. Segundos después de enfocarlo, mi señora y mi hermana preguntan: ¿Qué es? ¿Qué pasa?, ya que nuestra actitud se había vuelto de “alerta”. En ese instante, como si nos hubiera escuchado (y pienso que así fue), ese “perro”, se encamina hacia nuestra dirección, pero ya no en cuatro patas, sino que se levanta sobre las traseras como si fuera un humano, pero, juro por Dios, que no lo era!. Las piernas eran mas cortas que lo normal, su torso era ancho (como un físico culturista) sus brazos cortos pero de apariencia fuerte, pero lo mas aterrador eran sus ojos, de un color amarillo intenso (como si brillaran…pero no brillaban).
               

 
                            

ESTOS DIBUJOS SON ORIGINALES DE PUÑO DE LOS TESTIGOS SOBRE EL SER VISTO:

-          Pablo me quita el telescopio y me dice: “Dejame ver”!!! Su cara comienza a transformarse, esa cosa estaba a unos 80 m de nosotros y venia en dirección firme hacia donde estábamos. Me pregunta: “Estas armado”? , No boludo, le respondo…Para que? Deje todo en el Dpto.!... Vos?, le pregunto yo... NO, tampoco!!!!... Si, habíamos dejado las dos pistolas y nuestro .357 magnum en el Dpto., dentro de los bolsos. (En esas épocas podías salir seguro a caminar de noche…bah, seguro si no te encontrabas con algo así) Le vuelvo a sacar el telescopio y miro ya a unos 70 m. o menos de nosotros, eso se nos venía encima, las chicas, que ya lo veían, gritan: vámonos!!! Y comienzan a ir hacia la calle, que estaba a unos 50 m., donde había luz (tenue y amarilla). Vuelvo a mirar y “eso” se dirigía directo y decidido hacia donde estábamos…pero esa mirada no la olvidare jamás! Era pura maldad, un depredador, puro odio y no se como definirlo, no logro describir la maldad de esa mirada! Mi amigo vuelve a tomar el telescopio mientras decido que era un buen momento para salir de ahí ya que ni un cortaplumas teníamos! La carrera hacia la calle fue la mas larga de mi vida, mi señora siempre recuerda la sensación de hundirse en la arena y no poder avanzar, como si te clavaras y la arena te atrapara a cada paso…lo mismo que sentimos todos. Pablo me grita salgamos ya, vámonos a la mierda!!!! Boludo! Por qué no trajiste un fierro?!... Creo que quizás, de estar armados con el .357 lo hubiéramos esperado, porque al ver esa mirada me sentí una presa, y no iba a dejarme atrapar!!!. Corrimos lo mas rápido que pudimos, hasta que llegamos a la calle y después otras tres cuadras hasta la avenida tres, con poca luz y mirando a nuestras espaldas…por suerte, “Eso” no nos siguió…y lo agradecido que estoy!. Al llegar a la avenida, exhaustos como si hubiéramos corrido una maratón nos volvimos a mirar…, los cuatro nos quedamos callados unos segundos, después empezamos todos a hablar al unísono de lo que había visto uno y otro, mas allá de las lógicas coincidencias, lo mas trascendente fue la conclusión, la sensación que esa “cosa”, venía por nosotros…y la maldad que transmitía es inenarrable; aun hoy, después de tanto tiempo, se me pone la piel de gallina al recordarlo, lo mismo que a Pablo, Ale y Karina. Llegamos al Dpto. y “por las dudas”, dejamos las armas a mano. En tres cuadras no cruzamos a nadie y solo había algunas personas en la terminal cuando llegamos a tomar el micro. De mas esta decir, que nunca mas volví a la playa de noche desarmado, y espero estos días tener la revancha de encontrarme nuevamente con esa cosa…para poder sacar de mi cabeza la imagen de esos ojos que continúan erizándome la piel….

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Así concluyó la historia mi nuevo amigo... quedé profundamente impresionado por el relato, pero mas aun por la expresión del rostro de los dos.

En la segunda copa de buen coñac, Alejandra agregó:

-          Lo que mas me impresionó a mi fue la decisión de esa “cosa” cuando venía tras nosotros... y los ojos, esos ojos increíblemente lúcidos y crueles, de aspecto perverso... no sé, la cosa mas rara que hayamos visto.

Luego de meditar un rato, dije:

-          Desde luego esta es una historia fascinante... he oído y visto muchas cosas extrañas a lo largo de la costa, pero esta es lejos la mas tenebrosa. Vos crees que esos tiros de anoche y la gente armada tienen el mismo origen?

-          Sin duda, acotó Daniel, en el polígono estuve charlando con los muchachos y me contaron que están tratando de agarrar esa cosa desde hace años...

-          Pero por que la insistencia?, por que agarrarlo y no presentarlo como un atractivo mas para traer gente?... en muchos lugares las casas con fantasmas, cosas paranormales u ovnis son centros atractivos para el turismo...

La pareja se miró a los ojos como dudando en seguir con la charla... Alejandra tomó entonces la palabra:

-          Sabés que pasa? Desde hace unos años algunas personas “desaparecen” sin dejar rastros.. la información oficial es que se ahogan o simplemente que “se van”... pero la voz popular cuenta que este ser arrebata personas de la playa o de calles oscuras cuando afloja el turismo en invierno..

-          Si, agregó Daniel, los muchachos de la PNA tienen registrados varios casos, incluso informes de peritos que hablan de rastros desconocidos y hasta unas muestras de adn, que se encontraron junto a un cadáver de un turista que se halló en la playa, y que no corresponde a ningún animal conocido...

-          La flauta!!! Vaya historia....

Así seguimos la charla hasta tarde, donde continuaron aportándome datos y detalles absolutamente fascinantes (e impresionantes).

Entrada bien la madrugada, nos retiramos a dormir. Al rato, ecos lejanos de disparos, se oía mezclados con la lluvia y el viento...

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Dos días después la pareja se marchó y quedé solo como único huésped del hotel. Con el correr de los días me hallé en cierta confianza con el anciano polaco, por lo que pude preguntarle sobre los tiros y los desaparecidos...

-          Sandman, me dijo. El hombre de arena. Malo. Muy malo...

-          Cómo, cómo...? pregunté, sin entender casi, lo que me decía el anciano.

-          El hombre de arena es un ser que no es de la tierra ni del mar, que se alimenta de la gente y que atrapa a las personas solas, las lleva al agua y allí las come... eso es lo que cazan en la playa. Los tiros.

Traté que siguiera hablando, pero el cerrado polaco se dio cuenta tarde que había hablado de mas, quizá influenciado por el vodka con que lo convidaba luego de la cena, y ya no volvió a hablar del tema.

Concluí mi trabajo allá y debí volver a la ciudad.

Este año mi esposa quiere que pasemos el verano en la playa.

Quizá vayamos.

Pero en mi bolso, además de la cámara y el bronceador, estará mi pistola.

                                    

 
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