Afortunadamente la lectura sigue siendo el lugar al que retirarse de un mundo insano...
Los Cuentos de Pratt
(Historias que no son cuento...)

La Bruja y el Ogro

 LA BRUJA Y EL OGRO:

   Un sonido maravilloso invadía el bosque a la derecha del sendero. Era una música suave y dulce que parecía brotar de todas partes creando algo mágico en el aire, hasta parecía que las aves y otros animales se habían detenido para escuchar aquello...

                     

María oía con curiosidad los sonidos trabajados que venían de entre los árboles, decidió ver de que se trataba. No sin trabajo caminó hasta la fuente de aquella música y llegando al borde de una pequeña quebrada lo vio.

Era Danilo, el artesano que vivía en la solitaria cabaña de la punta norte del lago Moquehue, allí en Mallin de Icalma, en la provincia de Neuquén, donde ambos vivían.

María estaba maravillada con los sonidos que aquel hombre extraía de una pequeña y vulgar flauta dulce de plástico, que manejaba con destreza incomparable;  justo en ese momento notó que un cervatillo se asomaba por el lado opuesto de la quebrada donde ella estaba. Notó que Danilo tenía a un lado de una gran bolsa una escopeta, y de inmediato imaginó una escena sangrienta donde aquel hombre daba muerte al animalito atrayéndolo con aquella música... después de todo, Danilo era considerado en el poblado como un verdadero ogro; de facciones duras, bajo y fornido, eternamente vestido con jardineros de jean, de pelambre colorada e hirsuta, ciertamente encajaba perfectamente con aquella calificación; vivía solo en aquella cabaña perdida en el extremo del lago desde que el viejo Brambila había muerto; se contaba en todo el Mallín que Danilo era huérfano, que había sido abandonado en el convento de las Carmelitas de Aluminé, y que al llegar a los dieciséis años las monjas habían decidido que el viejo Brambila, un carpintero italiano que vivía allí lo criara... otras malas lenguas decían que Danilo era el fruto de una relación clandestina del viejo con una mapuche chilena que había muerto al nacer él. Dueño de unas manazas colosales, sin embargo era un artista delicado, y sus trabajos de tallado en madera de lenga se vendían estupendamente en la feria artesanal del pueblo, al punto incluso de ser solicitados a pedido. Nadie sabía con exactitud su edad, pero rondaba los cincuenta años, nunca se le había conocido mujer y algunas personas le temían, desde luego siempre que bajaba al pueblo en su desvencijada F100 los chicos le gritaban: Ogro!, cuidado que viene el Ogro!, a lo que el callado personaje respondía con una sonrisa triste pero ninguna palabra.

María estaba a punto de gritar para alejar al ciervito cuando vio que Danilo dejaba la flauta y se inclinaba hacia la bolsa a cuyo lado estaba el arma... sin embargo no lo hizo, al notar que el animalito bajaba directamente a donde se hallaba el hombre. De la espesura salieron otros tres cervatillos que eran vigilados por dos enormes ciervas que estaban en el filo, unos metros por arriba de su cabeza.

Lo que vio entonces cambió para siempre lo que pensaba del artesano.

Los animalitos se acercaron a él sin ningún temor mientras de la bolsa extraía hatos de heno que repartía entre los ciervitos que comían directamente de su mano...

María estaba maravillada con aquella escena, jamás hubiera imaginado que un ser tan rudo como ese hombre tuviera semejante predicamento entre los animales del bosque, que al terminar con todo el heno de la bolsa le empujaban los brazos con los hocicos pidiendo mas... finalmente, con voz muy suave les decía despacito:

-          Tranquilos chicos, basta, que ya no tengo mas... van a tener que volver mañana o comer menos, me canso de hacer el trabajo por ustedes, pues...!

Finalmente y luego que hurgaran una y otra vez en la bolsa y se convencieran de que ya no quedaba grano, se volvieron al repecho y comenzaron a irse uno a uno, excepto el último, que en evidente muestra de agradecimiento, frotaba la nariz en el rostro de aquel hombre.

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Esa noche María no pudo dormir. Pensaba en la escena que había visto una y otra vez, y la dulce melodía que había oído era el telón de fondo de sus pensamientos. Pensaba en Danilo y en lo poco que lo conocía, en realidad en lo poco que lo conocía nadie, todos consideraron siempre que era una persona brutal y huraña, pero lo que había presenciado esa tarde desmentía esa creencia. Después de todo también de ella se

decían disparates de idéntico calibre. María era porteña, pero un trágico accidente ferroviario cuando tenía cuatro años, la había dejado sin padres, desde entonces vivía en el Mallín con su abuela Magda, una polaca amiga de los mapuches que tenían su reserva a un par de kilómetros de la chacra.

A los cuarenta y seis años estaba sola, había conocido varios hombres, claro, pero su carácter indómito contrastaba con la media de la población de mujeres de aquel lugar, mas sumisas que osadas... finalmente había tenido una relación bastante estable con el odontólogo del pueblo, el único problema es que éste era casado, y a la hora de decidir, la había dejado sola.

Las ancianas mapuches le habían enseñado las artes milenarias de la cura natural y se ganaba la vida preparando tisanas y remedios naturales, además de tener una pequeña producción de dulces de frutos del bosque y velas de distintos aromas y escencias. Era dueña de una muy buena figura pero los años ya habían comenzado a dejar marcas en ella. Se mantenía estupenda, sin embargo.

Muchas veces los adolescentes del lugar le gritaban cosas indecentes al pasar junto a sus dos únicas amigas, la maestra de la escuelita y la secretaria (y amante) del delegado municipal. Se juntaban dos o tres veces por semana a ver alguna película o a charlar de hombres... o simplemente a sobrellevar sus soledades.

Muchas veces, cuando era mas joven y estaba estudiando en Aluminé le habían gritado, a ella y a su abuela: brujas!, y por cierto, el carácter de su abuela polaca, y por que no, el suyo propio encajaban también a la perfección con aquella descripción...

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Un día después de aquel encuentro en el bosque se encontró con sus amigas en la casa de la maestra.

-          No saben lo que me pasó ayer, es de no creer..!!!

Así les contó la situación, la música, y lo extraño de aquel encuentro. Sus amigas reaccionaron de un modo distinto, mientras que la maestra se intrigó con aquel relato, la secretaria solo dijo:

-          Ese tipo es horrible!!!, le vieron los pelos todos parados?, y esa panza? Además es brutal... asqueroso...

Al oír estas palabras algo agudo despertó en María, una cierta forma de indignación le estalló en la garganta y ella misma se sorprendió de su respuesta:

-          Como podés decir eso si no lo conocés!... en realidad nadie lo conoce, yo misma hasta ayer pensaba como vos, pero me doy cuenta que estaba equivocada; nadie que tenga ese sentimiento para la música puede ser una persona mala... además deberías haber visto como lo querían esos ciervitos... y no le tenían nada de miedo tampoco...

La maestra, que observaba esa reacción callada, terció en la conversación:

-          Nunca te fijaste como te mira él?

-          A mi?, Danilo?

-          Si, los domingos cuando lleva sus tallados a la feria no te saca los ojos de encima...

-          Si, yo también lo vi, pensé que vos te hacías la tonta para no darle bola a ese asqueroso, sentenció, despectiva, la secretaria.

-          Nunca me di cuenta... en realidad nunca le presté la mas mínima atención...

Así siguió la charla que derivó por los mas variopintos caminos, hasta terminar, como siempre, luego de separarse con un hasta mañana, cada una con su soledad...

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María pasó los siguientes días dando vueltas y vueltas por los senderos del bosque esperando oír aquella música nuevamente, pero Danilo no andaba por allí...

No entendía porque le había despertado aquel interés por ese raro hombre, sin embargo algo dentro de ella la impulsaba a buscarlo.

Finalmente en un ataque de osadía, decidió llegar hasta su cabaña.. por el camino preparó una excusa tonta para la visita, sobre un pedido de un tallado. Sin embargo Danilo no estaba. Si bien la cabaña no estaba cerrada con llave, no se atrevió a entrar... solo a mirar por las ventanas, esperando hurgar un poco en el mundo de aquel desconocido que la había trastornado...

                   

Se sorprendió por el orden, la limpieza y exquisita prolijidad que reinaba allí, había obras en madera por doquier, todas ellas de gran belleza, desparramadas en un cuidado desorden... en el fondo de la cabaña creyó ver la figura de una mujer, y por un momento pensó que había alguien allí, sin embargo pronto entendió que era solo una talla de tamaño natural, decidió mirarla por una ventana que se encontraba mas cerca.

Su corazón dio un salto al reconocerse a si misma en esa figura... era una escultura de tamaño natural de ella misma...

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Corrió como loca  el par de kilómetros que la separaban de su casa, el latido en sus sienes denunciaba que su corazón latía al triple de su régimen... era verdad, era cierto, Danilo sí se fijaba en ella... al punto de haber hecho una reproducción casi fotográfica a tamaño natural de ella...Sintió miedo, un profundo miedo hacia ese hombre extraño que nunca había notado y que sin embargo la conocía a ella con tan furiosos detalles. Que haría el domingo cuando le viese?, desde luego dudaba poder mirarle la cara... que haría?.

Decidió contarle lo visto a sus amigas, luego del detallado relato notó que la maestra tenía una leve sonrisa condescendiente mientras que la secretaria tenía una sonrisa feroz...

-          Ja ja!!!, que bueno!! La bruja y el ogro!!... genial, ahora lo único que falta es que me digas que te gusta ese mamarracho...

-          Dejala en paz... ya quisieras que ese desgraciado de Pablo hiciera algo así por vos!!! Lo único que hace es montarte y nada mas... ni siquiera es capaz de llevarte al cine o a alguna escapada a la villa, o a Aluminé... ese si es un mamarracho. Al menos parece que Danilo sí se fija en María... explotó con contenida ira la maestra.

-          No es que me guste, se justificó María, solo que todo es tan raro... es como si habiéndolo conocido desde siempre recién ahora lo viera... no sé... es muy raro todo...

Así siguió el diálogo entre mates y escones, María no pudo dejar de notar algo raro en la secretaria, algo de bronca, de odio contenido que no podía explicar... al rato de irse ambas de su casa, la maestra volvió.

-          No le hagas caso a Teresa, esta muerta de envidia porque ese desgraciado nunca haría algo así por ella..., qué pensás hacer?...

-          No sé, tengo mucho miedo, nunca pensé que algo así me pasaría... y lo peor es que no me lo puedo sacar de la cabeza... no puedo dormir... está en mi cuarto, en la cocina, en el taller... en todas partes... y no puedo dejar de oír esa melodía de la flauta...

-          No te estarás enamorando vos, che? La miró, cómplice, su amiga....

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Ese domingo María no fue a la feria, no podía dejar de pensar en su reacción frente a Danilo, nunca en su vida se había sentido así, nunca había sentido ese cosquilleo en el estómago cada vez que oía en su recuerdo la voz suave de él hablándole a los cervatillos... pero lo peor es que la mareaba sensualmente de una manera terrible imaginar las enormes manos del artesano recorriendo la escultura de sí misma... modelando sus senos.... tallando hábilmente sus piernas... curvando su cola...

No.

No debía volver a verlo. No quería seguir pensando en él. Que dirían en el Mallín, dirían que estaba loca o desahuciada, que estaba poniéndose vieja y necesitaba un hombre, aunque fuese ése...

Durante esa semana se sintió mal... no sabía que hacer, estaba incómoda en todas partes, ah, si tan solo la abuela Magda viviera, ella sí sabría aconsejarla... darle ánimos. Por qué ese hombre que había ignorado por años, de repente se había metido así dentro de ella?... sentía miedo y deseo a la vez... desde luego la parte física de él ya no le importaba... pero su corazón... esa ternura que emanaba... ese amor que podía intuirse en esa extraordinaria melodía...

Y estaba su escultura. Evidentemente él también  pensaba en ella, y mucho, y la conocía a la perfección... y la anhelaba al punto de fabricar una copia para sí...

Cuánta confusión...

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Extrañamente una de sus amigas ya casi no la visitaba... solo la maestra se daba siempre una vuelta por las tardes para tomar unos mates y charlar...pero aquel jueves venía con algo en las manos, un gran paquete envuelto en papel de diario.

-          Qué es eso?, le preguntó intrigada...

-          Me parece que es algo que hicieron para vos.. lo llevó Danilo el domingo, pero cuando lo vi, lo compré, te lo traigo de regalo porque creo que es para vos...

Una vez desenvuelto quedó a la vista una estupenda talla en forma de cuadro donde se veía una persona de espaldas alimentando unos cervatillos y a lo lejos en el bosque, una mujer mirando entre los árboles. Ella.

Debajo había una frase tallada con exquisita armonía que decía:

“En los cuentos de hadas las brujas son malas y en los cuentos de brujas las hadas son feas...”

Su corazón estaba a punto de explotar.

-          No te preocupes, yo cierro todo y te dejo la llave debajo de la maceta. Andá. Le dijo su amiga.

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En el centro del bosque se encontraba el pequeño claro donde viera a Danilo aquella tarde, y hacia allí fue con su corazón palpitante.

                    

A lo lejos se oía la flauta entonando acordes iguales de dulces a los de aquella vez.

Entonces lo vio. Se miraron un rato largo.

Él la tomó de la mano y todo el bosque hizo silencio, y entonces la bruja y el ogro se amaron bajo el sol.

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La secretaria del delegado municipal del Mallín se fue una tarde sin saludar a nadie en el micro de las dos.

La maestra de la escuelita se casó con el bibliotecario y dueño de la radio de FM y ya tienen tres chicos.

En el extremo norte del lago Moquehue, en el Mallín de Icalma vive una singular pareja compuesta por una mujer de inusual belleza que fabrica pócimas, tisanas y velas de colores y un feo señor cuya música enamora a los animales del bosque, que en los fríos días de invierno rascan la puerta de su cabaña pidiendo cereal...

Nadie conocerá jamás la increíble felicidad de la pareja ni el inmenso amor que los une... pero ésa, ésa es otra historia.

                                    


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